Tiempos de aprendizaje

En estas fechas, donde todos volvemos a nuestra niñez……

HADA DE AÑO NUEVO

Había una vez dos hermanitos, que se llamaban Ricardo y Manuel. Era la mañana de Año Nuevo y los dos estaban jugando en su jardín. De pronto, apareció ante ellos un hada hermosísima, que parecía hecha de estrellas.

—Soy el hada de Año Nuevo – se presentó ella con una sonrisa – y vine a traerles un obsequio muy especial.

Los niños se entusiasmaron mucho al escucharla. El hada sacó entonces un libro para cada uno, cuyas páginas se encontraban completamente en blanco. Esto a Ricardo no le gustó nada y muy enojado, arrojó su libro al suelo. Manuel en cambio, agradeció el regalo y prometió que lo cuidaría mucho.

Cuando el hada se fue, su hermano, lo único que hizo con su libro, fue colocarlo debajo de una de las patas de su escritorio, para balancearlo.

—¡Esto es para lo único que sirven los libros! En especial si están en blanco como este —se burló Ricardo.

Un año entero pasó y cuando menos se dieron cuenta, ya estaban celebrando de nuevo las fiestas decembrinas. Navidad se fue y una vez más llegó el Año Nuevo. El hada volvió a presentarse ante ellos, tan bella como la recordaban.

—¡Feliz Año Nuevo, niños! —los saludó— He venido para ver que fue de los libros que les regalé.

Al instante, los chicos se los enseñaron. El de Manuel parecía nuevo todavía, estaba muy limpio y cuidado. ¡Pero oh sorpresa! Cuando el hada lo abrió, las páginas estaban llenas de letras de oro, que aparecían en medio de frases con una hermosa caligrafía.

El de Ricardo en cambio, estaba medio roto y maltratado, tenía las páginas sucias y estaban todas llenas de borrones y garabatos muy feos.

—¡No es justo! –exclamó él— ¿Por qué el libro de Manuel se ha puesto más bonito que el mío?

—Es porque a lo largo del año, ha sabido ser un buen niño —contestó el hada—. En cada una de estas frases de oro, están escritas las buenas acciones que él hizo por los demás. Cuando él compartía sus juguetes, ayudaba a un amigo, obedecía a sus padres o ayudaba en la casa, su buen comportamiento quedaba escrito en el libro. Tú Ricardo, por el contrario, no has sabido ser tan bueno. En cada ocasión en la que discutiste con tus padres, te negaste a prestar tus juguetes, ignoraste a tus amigos o no hiciste las tareas que te tocaban, una frase sucia y desagradable aparecía en tu libro.

Entristecido, Ricardo se arrepintió de haber sido tan malo. Manuel quería conservar el regalo del hada, pero ella dijo que eso era imposible.

—Ahora estos libros deben regresar a la gran biblioteca del Padre Tiempo, junto con los del resto de niños del mundo. Pero no se preocupen, voy a dejarles unos libros nuevos. Y ahora que saben como funcionan, procuren llenarlos solo con acciones buenas.